Cualquier tipo de eclipse es un fenómeno increíble que realmente vale la pena analizar, motivo por el cual lograron impactar a las sociedades humanas durante mucho tiempo. Sin embargo, más allá de su espectacularidad visual y su relevancia en la astronomía, estos eventos también lograron despertar interés en sus posibles efectos en la salud humana.
A lo largo del tiempo, se plantearon diversas teorías sobre cómo los eclipses podrían afectar el bienestar físico y emocional de las personas. Si bien hay muchas corrientes que hablan de esta temática, lo cierto es que desde la salud médica científica no hay mucha correlación. Los que más realzan el impacto de los astros en el cuerpo son las medicinas alternativas, las cuales manifiestan que, si la luna puede afectar las mareas, entonces sin dudas también sensibiliza a los humanos, compuestos en su 75% de agua.
EL ECLIPSE Y LA INFLUENCIA EN LOS SERES HUMANOS
El eclipse solar total, en particular, es un acontecimiento que puede generar una serie de reacciones tanto en el ambiente como en los organismos vivos que habitan la Tierra. Durante un eclipse, la disminución repentina de la luz solar puede influir en los ritmos circadianos de los seres vivos, incluidos los humanos. Nuestro reloj biológico interno está íntimamente ligado a las fluctuaciones de luz y oscuridad, y un eclipse total, que provoca un oscurecimiento repentino durante el día, podría alterar temporalmente este equilibrio.
De hecho, hay evidencia que la falta extrema de luz – que no se da forma paulatina, a pesar de que solo dure un par de minutos – afecta el sistema hormonal, ya que el cuerpo no termina de comprender en qué momento del día está, y si es necesario cambiar a emitir melatonina, la hormona del sueño, en vez de serotonina o adrenalina.
IMPACTO EN EL SUEÑO DEL ECLIPSE Y EL ESTADO DE ÁNIMO
Como se manifestaba en el punto anterior, algunos estudios sugieren que eventos como los eclipses solares totales pueden afectar el ciclo de sueño de las personas. La reducción de la luz solar durante el día puede confundir al cuerpo, alterando la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño. Esto puede llevar a dificultades para conciliar el sueño o a patrones de sueño interrumpidos en los días que rodean al eclipse.
Asimismo, se especuló sobre el posible impacto emocional de presenciar un eclipse solar total. Para muchas culturas, los eclipses estuvieron envueltos en mitos y supersticiones, asociados a presagios de cambio o transformación. Estas creencias pueden afectar el estado emocional de las personas, generando ansiedad, expectación o incluso un sentido de asombro y conexión con el universo.
Ahora bien, con respecto a la salud mental, el impacto de presenciar un eclipse puede variar considerablemente de una persona a otra. Aquellos que temen a lo desconocido o son especialmente sensibles a los cambios ambientales pueden experimentar un estrés emocional durante este evento. Sin embargo, para otros, observar un eclipse puede ser una experiencia profundamente enriquecedora y espiritual.
Se recomienda que aquellas personas que no estén sanos mentalmente, es decir, aquellos que padecen demencia, Alzheimer o enfermedades neurodegenerativas, no presencien el eclipse ya que podría perjudicar su estado de salud, afectando o motivando el crecimiento de su diagnóstico.
EFECTOS BIOLÓGICOS: MITOS VERSUS REALIDAD
Más allá de las percepciones culturales y emocionales, la ciencia desafió algunas ideas sobre los posibles efectos negativos para la salud derivados de los eclipses. Aunque históricamente se asoció a estos eventos con anomalías físicas o enfermedades, no hay evidencia sólida que respalde estas creencias. En cambio, la comunidad científica se centró en estudiar cómo el cambio en la luz solar afecta a los organismos vivos, incluidos los humanos.
Una de las creencias que persistió durante mucho tiempo pero que hace poco se desestimó es la que se refiere a que las mujeres embarazadas no pueden mirar el eclipse ya que eso dañaría al bebé en su gestación. Esto se respaldaba en que las partículas que circulan en el Universo podrían mal formar la criatura, razón por la cual las mujeres quedaban aisladas frente a estos eventos.
Con el tiempo, esto terminó por erradicarse por completo. Lo cierto es que un eclipse, por más extraño que pueda llegar a ser, no mal forma a bebés en etapa de gestación. No hay evidencia que haya comprobado que las partículas del éter puedan afectar a las mujeres embarazas, por lo que ahora ellas pueden presenciarlo sin ningún tipo de sobresalto.
Otra de las creencias era que mirar el eclipse sin ningún tipo de anteojo puede causar ceguera. Es por eso que todos se colocaban gafas para poder mirarlo, y así quedarse tranquilos y seguros. Sin embargo, esto también se desestimó.
Los científicos indicaron que en un eclipse, la corona solar libera radiación electromagnética, ocasionalmente con un matiz verdoso. Siendo un millón de veces menos potente que la luz solar directa, no existe manera de que logre atravesar 150 millones de kilómetros de espacio, penetrar la atmósfera y provocar ceguera.
En última instancia, el impacto del eclipse en la salud puede estar más relacionado con la percepción y la interpretación individual que con cambios biológicos o físicos objetivos. La forma en que experimentamos un eclipse está íntimamente ligada a nuestras creencias culturales, nuestra disposición emocional y nuestra comprensión científica del fenómeno. A medida que continuamos explorando los misterios del cosmos, es crucial abordar estos temas con una mente abierta y un enfoque multidisciplinario.
Es por eso que se concluye que no genera consecuencias en el ámbito físico, y cualquier tipo de cambio queda totalmente sujeto a lo que una persona considere lo que puede significar un eclipse, otorgándole una mirada netamente subjetiva a los impactos que estos mismos pueden traer. Se recomienda discreción a la hora de presenciar uno, ya que no deja de ser un fenómeno de lo más intrigante para la salud humana.
